CINE, CORBATAS Y AMOR. SOBRE DESPUÉS DE RITA, DE MARIANO VELOY

VELOY, Mariano. Después de Rita. Oviedo. Pez de Plata. 2013

«Que sigo enamorado sin saber que ella es actriz

El papel es malo, aunque se ajusta a su perfil»

MANOS DE TOPO, Tus siete diferencias

Después de Rita

tiene el honor de contar con la edición de Pez de Plata y la ilustración de Leo Flores, y por si fuera poco, su contraportada es una de las más interesantes que he encontrado. Un trabajo grupal excelente, acorde a la novela de Mariano Veloy, que no tiene el rol de clásico contemporáneo ni lo necesita, porque su función es otra mucho más importante: la de contar una historia alejada del canon, una narración de margen, tomando al lector de la mano y llevándoselo lejos del ruido, adonde se dice lo que importa. Una novela de las que abren la trinchera de la literatura para que respiremos mejor al leer y seamos más libres al escribir.

Después de Rita

es también un ejercicio necesario de intertextualidad artística, porque la escritura necesita mirar a las otras disciplinas para construirse y henchirnos, como nosotros necesitamos la mirada del otro para completarnos. Qué podemos decir de Max Ernst y de Giacometti. Qué lujo de símbolos y de longitudes. Y del modernismo. Qué esplendor urbanista. Y de la música de Cohen, Bowie, Sinatra y Dylan. Qué poder de seducción. Y la literatura, ese árbol al que acaricia las ramas de Shakespeare (el fantasma), de Camus (la muerte, la pistola), de Cortázar (la casa abocada al pozo). Aunque, por encima de todas las cosas, este libro es un homenaje al cine. Veloy deja migas por todas partes. Por supuesto, Welles, Truffaut, el cine clásico donde la oscuridad era la protagonista y era masticable; pero las palabras, los detalles, como figurantes, que remiten a la filmografía de Jean-Pierre Jeunet, a un Cronenberg y un Tarantino sin sangre, a la interpelación de Dreyer… Su visión cinematográfica no se limita a pequeños homenajes escondidos a Malle, Amenábar o Wenders; hay una influencia clara del séptimo arte en el tratamiento de la historia, como la derrota cotidiana de Daniel Sánchez Arévalo o el bizarrismo emocional de Tod Browning.

Después de Rita

no deja de ser una Bildungsroman en el extrarradio posmoderno (todos los centros son arrabales de otro centro). Una ciudad. Un personaje derrotado por sus circunstancias: cien páginas después, ya no es el mismo. ¿Quién no ha sentido alguna vez un clac entre el corazón y los pulmones? Pues claro que tú también. Nadie escapa a eso. Queremos que Nino acabe bien porque estamos hechos del mismo material: el dolor eludido. Mariano Veloy escribe sobre temas universales bien encajados entre sí desde un lenguaje cinematográfico a golpe de claqueta, ritmo de puntapié y acción-Boggart; la repetición, el corte imprevisto y yuxtapuesto, el diálogo de finísimo oído y la imaginería de los binomios sintagmáticos refuerzan una narración bien hilada, con estructura espiral que contiene paralelismos encadenados (los parlamentos, los guiones, las historias que desembocan en la historia) y esquemas triples (tres oficios, tres cortometrajes, tres fotografías, tres figuras ―el padre, el maestro, la amada―). El uso del color y la simbología de los cigarrillos acentúan, advierten la suerte de los personajes, prototipos de una novela sobre sueños rotos y precariedad, representativa de una generación cuya única estabilidad es la incertidumbre, y a la que no le queda otra que cambiar de vida para cambiar de dolor. No sirve fingir ser otro cuando debes ser otro, ni provocar serendipias como si esto fuese un libro de Antoine Doinel; nada de swinging London ni gauche divine para Nino, Rita, Cagney, Cheveux y Béla. Todos viven en una Barcelona asfixiante que es hostil con las películas y el amor.

Después de Rita

es parte del río que tarde o temprano anegará los palacios. Rara. Conceptual. Indie. Una novela que te cae en las manos por casualidad y querrías ser editor para tener el placer de publicarla.

Después de Rita…

el aplauso.

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