ENTRAR AL JUEGO. SOBRE EL ORIGEN DEL MUNDO, ANTOLOGÍA ERÓTICA

VV.AA., El origen del mundo, Madrid, Vencejo Ediciones, 2022

Todo arte es erótico.

Gustav Klimt

Vencejo sigue apostando por levantar un catálogo con los pilares ausentes de la literatura, esas vigas necesarias y sólidas de la poesía como tal, de la novela negra híbrida y renovadora, de los dietarios sentimentales y del erotismo.

El origen del mundo, antología donde el sexo se vive como quien lanza dardos a una fruta, recoge a veintitrés autoras y autores que son un catálogo de gemidos. Encontramos  temáticas controvertidas, y fantasías habituales como las eróticas del poder, los juegos matrimoniales, los veranos encendidos o las colecciones de amantes; pero también existe en este libro un fantasma de muerte y deseo, que nos acerca más al género negro que a los límites explorados por los clásicos, con los tabúes casi intactos. Quiero decir que la perversión es convencional; más sala Bagdad que Kit Kat Club.

De entre la panoplia de placeres, pollas, coños y pieles que encontramos, destaca Dolors Fernández (una lengua amarilla y terrible como la espada del diablo), Susana Hernández (cuando estás aquí todo mi tiempo es tuyo), Brenda B. Lennox (el botón de la flor que resquebraja el asfalto), Guillermo Orsi (el amor es una emboscada), Gustavo Abrevaya (el momento de decisión es un temblor oscuro), Ana Arzoumanian (le robo un hijo a tu cuerpo). Encuentro ecos de Marsé, Bolaño, Hitchcock, Kieslowski, Klimt, Schiele, Woolf, Quiroga; y todo con el lacre de José Luis Muñoz, que repasa la historia literaria del erotismo hasta esta antología en un prólogo muy recomendable.


El origen del mundo es —o debería ser— una promesa de gritos y susurros de todas las regiones hispánicas, porque funciona como puerta a un pasillo de espejos: los registros de las dos orillas (Argentina y Uruguay, a un lado; España al otro) donde nos reconocemos el habla en la oscuridad y consumamos ciertos encuentros. Estos relatos de ida y vuelta concuerdan, ofrecen una lucha constante entre la fronda y la lluvia, acarician nervios ocultos al leerlos. Y si bien hay carencias en el infinito abanico de juegos, aceptamos las reglas que contiene, seguimos leyendo y nos ponemos a tono.

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